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“Los demagogos y los políticos profesionales quieren hacer el milagro de ser buenos en todo y con todos, engañando necesariamente a todos en todo. Los revolucionarios proclamarán sus ideas con valentía, definirán sus propios principios y expresarán su intención de no engañar a nadie, ni a amigos ni a enemigos.” – Fidel Castro Ruz, de La historia me absolverá.
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Por Carlos “Carlito” Rovira
En la madrugada del 26 de julio de 1953, aproximadamente 160 rebeldes, liderados por Fidel Castro Ruz, atacaron simultáneamente dos puestos militares del régimen títere estadounidense de Fulgencio Batista. El Cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, y el Cuartel Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, Cuba, fueron los objetivos. El Cuartel Moncada era la segunda guarnición más grande del país.
Entre los notables luchadores por la libertad que participaron en los ataques se encontraban el hermano de Fidel Castro, Raúl Castro, junto con Haydée Santamaría y Melba Hernández, las únicas mujeres del grupo.

Fidel Castro se vio motivado a organizar estas audaces acciones en respuesta al descontento en Cuba por la destitución ilegal del presidente saliente Carlos Prío Socarrás. Fue depuesto por Fulgencio Batista, quien dio un golpe militar el 10 de marzo de 1952.
Aunque Batista era candidato a la presidencia según las encuestas no parecía que ganaría las elecciones debido a su impopularidad desde un período anterior cuando se desempeñó como Presidente de Cuba del 10 de octubre de 1940 al 10 de octubre de 1944.
Durante este periodo, las elecciones presidenciales y parlamentarias programadas se cancelaron abruptamente. Castro estaba entre los candidatos que se postulaban para un escaño en el parlamento.
Como resultado de la Guerra Fría, una parte esencial de la estrategia global de Estados Unidos fue la organización encubierta de golpes militares por parte de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), como los de Cuba en 1952, Paraguay en 1954, Guatemala en 1954, Argentina en 1955, Honduras en 1956, Colombia en 1957, Venezuela en 1958, El Salvador en 1960, Perú en 1962, Ecuador en 1963, Honduras en 1963, Brasil en 1964, Argentina en 1966, Perú en 1968 y Panamá en 1968.

Aunque los rebeldes estaban deseosos de luchar por sus convicciones a pesar del peligro que implicaba, su determinación definió el valor y el sacrificio. En medio de disparos y un intenso caos, la Revolución Cubana comenzó en el Cuartel Moncada en ese día inolvidable.
Los combatientes inexpertos sufrieron la falta de preparación para enfrentarse a tropas gubernamentales mejor entrenadas y equipadas. Como resultado de errores tácticos, muchos fueron capturados, torturados y asesinados.

Fidel Castro logró escapar y esconderse en el bosque durante varios días hasta que pudo negociar su rendición a través de un intermediario en los alrededores.
Sin embargo, lo que inicialmente pareció una derrota devastadora para los rebeldes resultó ser todo lo contrario. Fidel Castro acertó al predecir que los ataques desencadenarían una tormenta revolucionaria irreversible que consumiría a todos los sectores de la población.
Una auténtica revolución, independientemente de su origen, tendrá ciertos patrones comunes. La valiente acción de Castro y su equipo recordó el ataque de 1859 que fue lanzado en Estados Unidos a Harpers Ferry, Virginia Occidental, liderado por el legendario abolicionista antiesclavista John Brown. Aunque ambas batallas fracasaron con la pérdida de muchos valientes combatientes, cada uno de estos eventos encendió las llamas de una revolución.


La policía y el ejército de Batista cometieron numerosos abusos contra los derechos humanos, lo que provocó que muchos cubanos aplaudieran favorablemente el audaz ataque al Moncada. Los ciudadanos vivían bajo la constante amenaza de encarcelamiento, palizas y muerte por el simple hecho de expresar su desaprobación hacia Batista, especialmente la población afrocubana más oprimida.
Esta situación fue debilitándose poco a poco al régimen, sobre todo después de que Fidel, abogado de formación, presentara como testimonio uno de los discursos más famosos del siglo XX, como parte de su propia defensa titulado “La historia me absolverá“.
Las palabras de Castro perjudicaron a Batista. A pesar de la censura gubernamental, los medios de comunicación no pudieron ocultar su espíritu militante y desafiante. Utilizó el escenario de un tribunal para desacreditar detalladamente las prácticas corruptas y fascistas del régimen contra el pueblo.
Tras la condena de Castro a quince años de prisión por parte del tribunal, su discurso fue filtrado página por página para su publicación y amplia circulación en forma de panfleto. Como resultado, surgió un amplio movimiento de masas que exigía la liberación de los presos políticos y el derrocamiento del régimen de Batista.

Fue Fidel Castro quien acuñó el nombre “Movimiento 26 de Julio” para conmemorar a los mártires que sacrificaron sus vidas durante el fallido intento de tomar el Moncada.
La agitación y la intranquilidad son la mejor descripción de la situación en Cuba durante este período histórico. A medida que la frustración y la desesperación del pueblo aumentaban, las manifestaciones espontáneas, que solían desembocar en enfrentamientos violentos con las tropas gubernamentales, también afectaron al pueblo.
Aunque obligados a hacer una concesión táctica a los luchadores por la libertad ante la opinión pública, Batista y sus compinches no se percataron de que las semillas de la revolución ya estaban sembradas.

Además, Castro y la mayoría de los presos políticos recién liberados fueron a México para planificar la siguiente fase de la lucha. En México, Fidel Castro conoció por primera vez a Ernesto Che Guevara y Camilo Cienfuegos, dos figuras que se convirtieron en líderes del Ejército Rebelde.
Durante su estancia en México, las tareas del movimiento fueron llevadas a cabo por Celia Sánchez, Vilma Espín, Haydée Santamaría, Melba Hernández, Frank País, Raúl Castro y Juan Almeida Bosque.
Establecieron comités de propaganda en toda Cuba; una red de inteligencia; contrabandearon armas al Ejército Rebelde en la Sierra Maestra; desarrollaron las comunicaciones entre los luchadores por la libertad en México y Cuba, etc.
En mayo de 1955, dos años después del asalto al Moncada, Batista fue presionado para conceder una amnistía general a Fidel Castro y sus camaradas. Un poderoso movimiento de masas se estaba volviendo cada vez más abrumador para la clase dominante cubana.
La sofisticación organizativa de estos revolucionarios ha permitido que la Revolución Cubana sobreviva hasta nuestros días en circunstancias opresivas causadas por el imperialismo estadounidense. Sin embargo, la Revolución Cubana ha demostrado más allá de toda duda que la tiranía imperialista no es invencible.
Lo que comenzó con el ataque al Cuartel Moncada, la toma del poder el 1 de enero de 1959 y más allá, seguirá inspirando futuras luchas revolucionarias por la emancipación completa de la humanidad.
¡VIVA LA REVOLUCIÓN CUBANA!




















